Pablo Correa

Más allá del pleno empleo

Por: Pablo Correa | Publicado: Lunes 24 de junio de 2013 a las 05:00 hrs.
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A medida que la economía da señales de que el ciclo expansivo llega a su fin, surgen dudas respecto del escenario económico futuro. Y en esto, es muy determinante el desarrollo del mercado laboral. El bajo nivel de desempleo que se alcanzó, cuya trayectoria es independiente de los cambios metodológicos, nos lleva a preguntarnos cuál es el nivel de pleno empleo y si ha cambiado significativamente.



A partir de las estimaciones propias, concluimos que ésta -aislando los efectos producidos por el cambio en la encuesta de empleo y por shocks de oferta- se ubica en torno al 7%. Entre 2009 y 2011 se mantuvo en una banda muy estable, en torno a 8,5%-7,5% y sólo a partir de 2012 empezó a caer tímidamente. En otras palabras, pese al exitoso panorama de crecimiento, el mercado laboral ha seguido mostrando una tasa natural de desempleo bastante alta, dejando entrever rigideces más estructurales.

Más allá de las consideraciones sobre el nivel de precios, es peligroso pensar que la caída en el desempleo esté mostrando un mercado laboral más flexible, así como estimar que la generación de empleo vaya a mantenerse. En el escenario más probable, el desempleo debiera tender paulatinamente a ubicarse en niveles de al menos 7,0% hacia 2014, para aumentar a 7,5% en 2015.

Así, el hecho de que este súper-ciclo de empleo se haya generado tan rápido y que tal vez pueda terminar con la misma facilidad, habla de un mercado laboral frágil. En efecto, el desafío desde el punto de vista de las políticas públicas es aumentar la productividad laboral y la tasa de participación. La productividad promedio del trabajador chileno es menos de la mitad del promedio de la OCDE, y los niveles de participación siguen siendo muy bajos, en especial para jóvenes y mujeres.

Ahora el desafío es comprender las razones detrás de la baja participación laboral. Los sospechosos de siempre son el cuidado de los hijos, la escolaridad y capacitaciones específicas no transferibles a otros sectores económicos, o la mala certificación de competencias. También debemos considerar el caso en que el salario de reserva de una parte de la población sea más elevado que lo que el mercado está dispuesto a pagar, y por tanto prefiera restarse de la fuerza laboral, razón que ayudaría a explicar la necesidad de flexibilizar las políticas de inmigración.

La OCDE recomienda a Chile mejorar el acceso a salas cunas y jardines infantiles y revisar la legislación respecto a trabajos de tiempo parcial. También identifica los altos montos de indemnización como una rigidez del mercado laboral que reduce el empleo juvenil y merma la productividad.

Otro problema son las asimetrías entre lo requerido por las empresas y las habilidades de los trabajadores. Entre otras consideraciones, la escasez de algunos oficios hace que algunos sectores compitan por trabajadores con habilidades similares. Por tanto, las bajas cifras de desempleo se explicarían por una inelástica oferta de trabajo, más que una sostenida expansión en la demanda. Si bien en el comienzo del ciclo expansivo la tasa de creación de empleo se situó en un promedio de 8% anual durante 2010, la fuerza de trabajo creció a la mitad de la velocidad. Estas cifras, si bien elevadas, sólo se sostuvieron al comienzo del ciclo, decreciendo para ubicarse en niveles de 2% y 1% respectivamente en los últimos años. De lo anterior, se desprenden dos conclusiones: la fuerza de trabajo, si bien tiene capacidad de aumentar sus tasas de crecimiento, es limitada, y no iguala a la de creación de empleo en períodos expansivos; y los períodos expansivos son relativamente cortos.

Este análisis se contrapone a la similar capacidad de destrucción de empleo, situación que se verificó durante la reciente crisis subprime: entre 2008 y 2009 el desempleo promedio pasó de 7,7% a 9,6%, con máximos cercanos al 11% a mediados de 2009. Si bien no es directamente comparables con las cifras de creación de empleo a partir de 2010, durante la anterior crisis el país pasó de crear empleos a un promedio de 2% anual, a destruir empleo a tasas de entre 1% y 2% en cosa de meses.

En síntesis, la discusión sobre el mercado del trabajo recién comienza y si bien el hecho de encontrarnos en niveles por debajo del pleno empleo ha aumentado el bienestar en los últimos años, se hacen necesarias reformas más estructurales para asegurar que esta alza aumente en el futuro.

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